19.6.04

A vosotros, sacerdotes, no dicteis cuarentena perpetua contra las voces, cuidad de ellas para que den su fruto

Dirigidas exclusivamente a las voces, he aquí las palabras de Pedro: "Cada uno, según el don recibido, lo ponga al servicio de todos los demás como buenos dispensadores de la multiforme gracia de Dios".

Vosotras, voces, habéis tenido el don de recibir las palabras santísimas para transmitirlas a los hermanos. Ahora bien, hacedlo con alegría, con humildad, con diligencia y generosidad.

Y vosotros, directores de las voces, habéis tenido el don de dirigir a estos instrumentos. Hacedlo con alegría, con diligencia, con caridad, paciencia y heroísmo. No os sentéis diciendo: "Ya lo hará el Señor". Está dicho que no hay que tentar al Señor ni ser siervos inútiles. Vosotros, al estar quietos esperando a que el Señor haga, tentáis a Dios y sois siervos inútiles, desposeyendo de sabor vuestra sal, no sirviendo ni para conservar lo que Dios os confió y que debe ser tutelado de continuo ya que Dios habla al espíritu de las “voces", pero teniendo en cuenta que las voces no son únicamente espíritu sino también carne e inteligencia. Velad y vigilad para que ni a la carne ni a la inteligencia las seduzca el Enemigo que acecha para tentarlas, vencerlas y hacerlas caer. No arrastréis las "voces" a la soberbia exaltándolas, ni las llevéis al decaimiento dejándolas sin ayuda. No contribuyáis a su decaimiento dejándolas solas. No faltéis a la caridad con las "voces". Su cruz es pesada como el plomo y todo contribuye a aumentar su peso. Sin el amor no la podrían soportar. ¿Queréis vosotros agravarla con pedruscos de indiferencia, de incomprensión, de dejadez y de excesiva espera en las ayudas sobrenaturales? También de éstas os hizo Dios pastores. También de éstas os hizo Dios hermanos.

María Valtorta. Libro de Azarías.

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